SAL EN LA DIETA: NI MUCHA NI DEMASIADO POCA.

La ingesta excesiva de sal se ha relacionado con patología cardiovascular, incluso con las muertes por patología cardiovascular. Pero la ingesta deficiente en sal también.

Se ha generalizado la recomendación de restringir el uso de la sal en las comidas como preventivo de la enfermedad cardiovascular; pero las distintas guías discrepan sobre la cantidad de sal que deberíamos recomendar. Muchos creen que cuanto menos mejor, aunque un reciente análisis encontró una asociación en forma de J entre la excreción de sodio (tomado como una aproximación de la ingesta) y accidentes cardiovasculares en adultos de riesgo.

Aquellos que excretaban 4-6 g de sodio diarios tenían el menor riesgo de eventos cardiovasculares, incluyendo el fallecimiento por enfermedad cardiovascular. El riesgo era significativamente mayor en aquellos que excretaban más o menos de esa cantidad. ¿Deberían las organizaciones e instituciones que aconsejan no más de 1,5 g replantear sus recomendaciones?

Aún no, según un editorial adjunto al estudio. Tenemos buena evidencia de ensayos aleatorizados de que la dieta pobre en sal protege la salud cardiovascular. Siempre hay lugar para nuevos ensayos, para afinar el rango de seguridad de la ingesta de sal, pero la pauta está bien establecida, y no debería ser modificada por estudios observacionales, por muy complejos y sofisticados que sean. La curva en J parece convincente, pero aquellos adultos en el vértice de la parte baja de la curva podrían estar tomando poca sal porque ya están enfermos. Aislar los efectos de la sal de los de otros hábitos alimentarios es otro reto para los estudios observacionales.

Las recomendaciones actuales deben por tanto permanecer firmes, por el momento.

Etiquetas: enfermedad cardiovascular

• 28/01/2012
• Artículos, Cardiovascular, Medicina, Nutrición, Salud
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